El 11 de septiembre de 1973 quedó grabado como una fecha dolorosa en la historia de Chile y de América Latina. Ese día, el presidente Salvador Allende fue asesinado en el Palacio de La Moneda durante un golpe de Estado liderado por el general Augusto Pinochet. El ataque no solo puso fin a un gobierno democráticamente elegido, sino que dio inicio a una dictadura militar que marcaría profundamente al país durante décadas.
La figura de Allende se ha convertido en un símbolo de resistencia frente al autoritarismo y al intervencionismo. Su último discurso, transmitido mientras La Moneda era bombardeada, resuena aún como testimonio de dignidad y compromiso con el pueblo chileno.
A más de medio siglo de su muerte, el legado de Salvador Allende sigue vivo en la memoria colectiva. Cada aniversario es ocasión para reflexionar sobre los valores democráticos, los derechos humanos y la lucha por una sociedad más justa. En Chile y en muchos rincones del mundo, su figura continúa inspirando a quienes creen en la posibilidad de un futuro más equitativo.
“Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.”
Salvador Allende, 11 de septiembre de 1973
Con motivo del aniversario del asesinato de Salvador Allende este 11 de septiembre, Cubadebate comparte con sus lectores un fragmento del libro *Las luchas por el socialismo en América Latina*, de Alberto Prieto Rozos, que aborda este trascendental hecho histórico. En homenaje a la memoria del presidente chileno y como parte de su compromiso con la difusión del pensamiento crítico, Cubadebate también pone a disposición la descarga gratuita del libro completo, publicado por la Editorial Ocean Sur. Esta obra ofrece una mirada profunda sobre los procesos revolucionarios en la región y el legado de figuras como Allende en la lucha por la justicia social.
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En Chile, hacia 1970, la burguesía nacional dejaba de existir ante el vigoroso empuje de los emergentes monopolios criollos. Sin embargo, en el país existía todavía una importante burguesía media, cuyos 32 000 establecimientos recibían poco menos de un tercio de las ganancias, y había también 22 000 pequeños propietarios que a duras penas alcanzaban el 4% del total de los beneficios. El 45% de la población estaba compuesto por proletarios.
El revolucionario programa electoral de la Unidad Popular —UP— con Salvador Allende al frente, aportaba una concepción novedosa sobre la transformación de la sociedad, pues proponía el surgimiento de tres áreas de propiedad bien diferenciadas: la social, la mixta y la privada. En la primera se englobarían las empresas estatales de la Corporación de Fomento así como todos los consorcios criollos y extranjeros que fuesen nacionalizados, además de las riquezas básicas y el comercio exterior. Esto significaba estatizar monopolios y transnacionales, que por sí solos producían el 50% del producto global bruto. Los sectores donde operaba la burguesía media serían considerados como «mixtos», pues en ellos también podrían funcionar dependencias del Estado. En cambio, el «área de la economía sería de la exclusiva competencia de los pequeño-burgueses. El proyecto político de la UP contemplaba también acelerar la reforma agraria, afectando las grandes propiedades particulares con el propósito de establecer sobre ellas formas cooperativas de producción, y a la vez reorganizar a los minifundistas y defender las comunidades indígenas mapuches.
Con ese programa electoral, Salvador Allende ocupó la presidencia el 4 de noviembre de 1970. De inmediato se expropiaron 350 grandes latifundios que abarcaban tres millones y medio de hectáreas, se amplió el área de propiedad social, se nacionalizó todo el cobre y se logró un 12% de crecimiento industrial en el primer año de la nueva gestión gubernamental.
Pero entonces un bloqueo silencioso fue iniciado por Estados Unidos contra Chile. A la vez, en el Congreso chileno la derecha impedía que se aprobara la ley de las tres áreas de la economía; se acusaba al presidente de actuar por encima de la legalidad y querer estatizarlo todo.
En los comicios parciales de marzo de 1973, la Unidad Popular obtuvo el 44% de los votos. Esto convenció a muchos en el ejército de que los procedimientos constitucionales no servirían para detener el proceso de transitar a otra sociedad. Por ello, los más apresurados generales-traidores promovieron que unidades blindadas del regimiento Tacna, llevaran a cabo un fallido intento de golpe militar. A pesar de esto, el gobierno insistió en dejar incólume los mandos y estructuras de las fuerzas armadas.
Entonces toda la reacción se sintió segura y pasó a la ofensiva; fue asesinado el edecán presidencial, se obligó a renunciar al jefe constitucionalista del ejército. Y el 11 de septiembre de 1973, —por orden del general Augusto Pinochet— se produjo el ataque al Palacio de la Moneda, donde el presidente Salvador Allende murió con un arma en las manos.
Se evidenció así que la Unidad Popular no tenía un plan de lucha para defender a su gobierno, lo cual posibilitó la rápida victoria de los conjurados. Luego tuvo lugar la más brutal y sangrienta represión.
- Descarga gratuita del libro «Las luchas por el socialismo en América Latina» (PDF)
Tomado de Cubadebate