Harlem, Nueva York, 8 de septiembre de 2000. Es una noche memorable y la iglesia Riverside, un icono de la comunidad y la historia de Harlem, se prepara para recibir a un invitado de honor: Fidel Castro Ruz.
Esta impresionante catedral de inspiración gótica, conocida por ser un espacio inclusivo donde todos son bienvenidos, ha sido testigo de la presencia de líderes mundiales como Martin Luther King, Nelson Mandela y Kofi Annan. Sin embargo, esta ocasión es especial, ya que el Comandante en Jefe regresaba al barrio para reunirse con sus amigos y seguidores.
El ambiente en la iglesia Riverside era emocionante. Miles de personas, entre activistas religiosos, sindicalistas, latinos, negros, inmigrantes, estudiantes, maestros y artistas, se congregaron tanto dentro como fuera del recinto, ansiosos por escuchar al líder de la Revolución cubana.
Al grito de “¡Fidel, Fidel!”, fue recibido por el público demostrando su admiración y entusiasmo, mientras entonaban “Happy Birthday” en honor a su reciente cumpleaños, el 13 de agosto.
Durante el acto de solidaridad y amor hacía Cuba, el líder de la Revolución pronunció un discurso de cuatro horas y 16 minutos, donde hizo un recuento de sus visitas anteriores.
Habló sobre la necesidad de solidaridad entre los pueblos, hizo un llamado a la unidad en la lucha contra el imperialismo, denunció el injusto bloqueo y destacó la resistencia del pueblo cubano ante las agresiones del gobierno de Estados Unidos a lo largo de más de 40 años.
Agradeció al pueblo norteamericano por su defensa y apoyo al regreso a Cuba del niño Elián González e hizo referencia al bienestar del pequeño y su incorporación a la escuela.
En su alocución, Fidel abogó por la defensa de los derechos humanos y justicia social, señaló los índices de pobreza y esperanza de vida en los países del Tercer Mundo, realidad que a menudo es ignorada por las grandes potencias, instando a una mayor conciencia y acción global.
La visita de Fidel a la iglesia Riverside hace 25 años es un motivo para homenajear al Comandante en Jefe en su centenario. Para los lectores de Cubadebate y el Sitio Fidel Soldado de las Ideas que buscan profundizar en sus palabras, reproducimos fragmentos del discurso pronunciado en ese emblemático lugar:

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Queridas y queridos hermanos del comité de recepción, queridas y queridos hermanos aquí presentes, queridas y queridos hermanos que están congregados en una sala cercana, queridas y queridos hermanos que desde la calle pueden estarnos escuchando, ya que muchos no pudieron pasar a este salón de la iglesia. Ustedes han sido sumamente generosos y amables conmigo.
(…)
Debo decir que, cuando venía hacia acá, recordaba mis cuatro visitas a las Naciones Unidas. En la primera ocasión me expulsaron del hotel en las inmediaciones de las Naciones Unidas. Yo tenía que escoger entre dos opciones: montar una casa de campaña en el patio de las Naciones Unidas ?y como guerrillero recién salido de las montañas no me parecía una cosa muy difícil (Aplausos)?, o marchar hacia Harlem, uno de cuyos hoteles me había invitado (Aplausos). Y yo decidí de inmediato: “Me voy a Harlem, porque allí están mis mejores amigos” (Aplausos y exclamaciones).
(Del público le dicen: “¡Mi casa es tu casa!”) (Aplausos)
Muchas gracias. Así me decían en muchas bellas residencias donde vivían personas muy ricas. Tenían un letrerito que decía eso mismo. Después, cuando hicimos algo por los pobres, quitaron los letreros para siempre (Aplausos). En ti percibo la generosidad de los humildes.
Cuando volví una segunda vez, no recuerdo exactamente ahora lo que hice en 1979, solo sé que hablé allí en nombre de todos los países pobres del mundo; la tercera vez volví a Harlem, y no solo a Harlem, sino también al Bronx (Aplausos), como recordaban aquí esta noche.
Esta vez recibí el honor de que me invitaran a esta zona que creo se llama Riverside. ¿Es así? (Le dicen que sí.) Lo que entiendo es que estoy al lado del río (Risas); pero, además, en medio de un río, el río de la más sana y noble amistad (Aplausos).
Ustedes comprenden que no es para mí fácil visitar Nueva York, sobran las pruebas. Y esta vez sin duda que no era un viaje fácil y había muchos compatriotas preocupados.
(…)
Pero se trataba de una reunión muy importante. La llamaron la Cumbre del Milenio, y realmente estamos iniciando un incierto milenio. Aún más: para los que consideramos que el 31 de diciembre concluye el siglo XX, la humanidad está a punto de iniciar el siglo XXI en condiciones sumamente duras y sumamente inquietantes. No podía dejar de venir bajo ningún concepto, y créanme que me sentí muy feliz cuando tomé el avión después de complicadas gestiones a fin de obtener la visa.
(…)
A nosotros nos daban cinco minutos para hablar en la reunión. Como ustedes comprenden, es bastante poco tiempo para enciclopédicos problemas, o mejor decir: para una lista enciclopédica de problemas pero hice el esfuerzo y logré hablar siete minutos y tres segundos (Aplausos), siendo, a pesar de todo, uno de los que menos tiempo habló.
Con ese entrenamiento vengo aquí esta noche (Exclamaciones), pero yo sé que ustedes me conceden más de siete minutos y tres segundos (Aplausos y exclamaciones).
Puse un pañuelo sobre unos bombillos que indicaban el tiempo, lo hice por dos razones: una, como una especie de protesta de que a los Jefes de Estado y de Gobierno los sometiesen a esa tortura de que les encienden un bombillo amarillo primero y después uno rojo que les advierte que ya han cumplido los cinco minutos ?no pasa nada, pero se sufre una humillación?, y otra, porque pienso que la tribuna de las Naciones Unidas no debe convertirse en un semáforo (Risas y aplausos). Claro que, siendo tantos, hay que reducir el espacio para no crear tantos problemas a Nueva York y estar reunidos aquí una semana o 15 días pero se supone que no son niños de preescolar y que, si se les habla y se les explica, pueden ser muy breves.
He participado en muchas reuniones importantes con límite de tiempo muy estrecho. Hay algunos que siempre, con semáforo o sin semáforo, hablan mucho más que la cuota asignada. Yo siempre he tratado de ajustarme a la cuota, pues el peor castigo de aquel que se extiende demasiado es la inquietud de todos los demás que están esperando su turno, y por bueno que sea lo que diga, la gente lo critica. No es político extenderse en ese tipo de acto. Y, aunque ahora no estamos en Naciones Unidas, tengo el propósito de limitarme a cuestiones esenciales.
¿Por qué les decía que, a mi juicio, esta era una reunión muy importante? Porque el mundo está sufriendo realmente una situación catastrófica. No crean en aquellos expertos en aparentar optimismo, o en aquellos que ignoran lo que en realidad ocurre en el mundo. Tengo datos irrebatibles sobre la situación del Tercer Mundo, de los países de donde proceden muchos de ustedes, o países que son conocidos por muchos norteamericanos que los han visitado, donde viven las tres cuartas partes de la humanidad (…)
(…)
Ya el dinero no se emplea fundamentalmente en inversiones para la producción de bienes; se emplea en monedas, acciones, derivados financieros, buscando desesperadamente dinero, directamente, con empleo de software y las más sofisticadas computadoras, y no, como ocurrió históricamente, a través de los procesos productivos. Eso es lo que nos ha traído la cacareada y famosa globalización neoliberal.
Los países desarrollados controlan el 97% de todas las patentes del mundo, porque, naturalmente, monopolizaron las mejores inteligencias que produce el planeta. A América Latina y el Caribe, los países industrializados les llevaron en los últimos 40 años un millón de profesionales, repito, ¡un millón de profesionales!, que en Estados Unidos habría costado prepararlos 200 000 millones de dólares. Los países pobres del mundo suministran así los mejores frutos de sus universidades a los países desarrollados.
Por ahí tenía los datos en un papel; de eso hablé en una mesa redonda de Naciones Unidas. En los últimos 10 años, de 22 Premios Nobel de física, Estados Unidos captó 19. Algo parecido ocurre con los Premios Nobel de medicina y de otras ramas científicas. El conocimiento se considera hoy el factor más importante para el desarrollo, y los países del Tercer Mundo se ven privados constantemente de sus mejores talentos.
(…) Apenas el 1% de los 56 000 millones de dólares que se invierten cada año en investigaciones de salud se destina a la investigación de la neumonía, las enfermedades diarreicas, las tuberculosis y el paludismo, cuatro de los principales azotes del mundo subdesarrollado.
Los medicamentos más avanzados para que personas que tuvieran la tragedia de verse infectadas por el virus del SIDA puedan sobrevivir algunos años más, cuestan 10 000 dólares en los países industrializados. Es lo que cobran; aunque su costo real de producción asciende a 1 000 dólares aproximadamente.
Nosotros estamos bien informados de la tragedia que sufre el mundo, porque uno de nuestros principios más sagrados es la solidaridad (Aplausos).
Los que no creen en el hombre, en su potencial de sentimientos nobles, en su capacidad para la bondad y el altruismo, no pueden comprender jamás que a nosotros nos duela no solo el niño cubano que muere o aquel que sufre ?no hay que hablar solo de los que mueren? y que nos preocupemos por el niño haitiano, guatemalteco, dominicano, puertorriqueño, africano, o de cualquier otro país del mundo (Aplausos). La especie humana alcanzará su grado más alto de conciencia cuando cada pueblo sea capaz de sufrir como propio el dolor de los demás pueblos del mundo.
Pienso algo más: la humanidad llegará al máximo de su conciencia y de sus cualidades potenciales cuando a una persona, la muerte del hijo de cualquier familia, le duela tanto como la muerte de su propio hijo o de cualquier otro familiar cercano (Aplausos).
Sé que muchos de ustedes ?tal vez la inmensa mayoría? son cristianos y aquí estamos en una iglesia. Pues bien, Cristo predicaba precisamente eso, y el amor al prójimo es para nosotros eso (Aplausos). Ello explica los esfuerzos que Cuba ha hecho por otros países en la medida de sus fuerzas. Algunas de las cosas ustedes las mencionaron al comenzar el acto.
Hay un dato que demuestra esos sentimientos de solidaridad: alrededor de medio millón de compatriotas nuestros han cumplido misiones internacionalistas en numerosos países de diversas partes del mundo, especialmente en África (Aplausos), como médicos, como maestros, como técnicos, como trabajadores o como combatientes (Aplausos).
Cuando todo el mundo invertía y comerciaba con la Sudáfrica del racismo y del fascismo, decenas de miles de combatientes voluntarios cubanos se enfrentaban a los soldados del racismo y del fascismo (Aplausos).
Hoy todo el mundo habla feliz de la preservación de la independencia de Angola, aún sometida, sin embargo, a una dura guerra civil por culpa de aquellos que equiparon las bandas armadas durante muchos años, entre ellos, el gobierno del apartheid y otras autoridades que no menciono por respeto al lugar donde me encuentro (Aplausos).
El medio millón de voluntarios, que cumplieron su misión gratuitamente, no iban allí a invertir en el petróleo, en el diamante, en los minerales, ni en riqueza alguna de ese país (Aplausos).
Cuba no posee una sola inversión en los países donde cumplieron su deber nuestros internacionalistas (Aplausos); no posee un dólar de capital, ni un solo metro cuadrado de tierra (Aplausos).
Amílcar Cabral, un gran dirigente africano (Aplausos), dijo un día palabras proféticas que constituyen un honor inolvidable para nosotros: “Cuando los combatientes cubanos regresen, solo se llevarán los restos de sus compañeros muertos” (Aplausos prolongados).
Nadie bloqueó al oprobioso régimen del apartheid, nadie le hizo la guerra económica; no hubo leyes Torricelli ni hubo leyes Helms-Burton para el régimen fascista y racista. Todas esas leyes y medidas se adoptan, en cambio, contra el país solidario que ha sido y será siempre Cuba.
(…)
Fidel pronuncia discurso en la iglesia Riverside de Harlem, en Manhattan, Nueva York, durante un acto de solidaridad con Cuba, el 8 de septiembre de 2000. Foto: Sitio Fidel Soldado de las Ideas.
Hemos salvado igualmente la vida de cientos y cientos de miles de niños en África y en otras partes del Tercer Mundo a lo largo de los años de la Revolución, y hemos atendido la salud de decenas y decenas de millones de personas. Más de 25 000 trabajadores de la salud han participado en esa actividad internacionalista (Aplausos). Eso se llama “violación de los derechos humanos”, y por ello debemos ser destruidos.
Nuestra revolución tiene su historia. Yo no tendría la más mínima moral para hablar aquí si a lo largo de más de 40 años hubiese sido asesinado por la Revolución un solo ciudadano cubano, si en Cuba hubiese existido un solo escuadrón de la muerte, si en Cuba hubiese existido un solo desaparecido; pero digo más, si un solo ciudadano de nuestro país hubiese sido torturado ?vean lo que les digo?, si hubiese sido torturado un solo ciudadano en nuestro país. Y eso lo sabe todo el pueblo cubano (Aplausos y exclamaciones), un pueblo rebelde con un elevadísimo sentido de la justicia. No nos habría perdonado ninguno de esos hechos que he mencionado (Aplausos), y ese pueblo ha seguido a la Revolución a lo largo de más de 40 años y ha soportado con estoicismo ejemplar 41 años de bloqueo por parte de los gobiernos del país más poderoso del mundo en el orden político, económico, tecnológico y militar.
(…)
Tal vez un día la historia hable de cómo pudo Cuba realizar el milagro de resistir (Aplausos), pero, mientras tanto, les aseguro que ningún otro país de América Latina y el Caribe habría podido soportarlo.
Este, donde nos encontramos, es uno de los pocos países que podría autoabastecerse de casi todos los elementos esenciales para la vida. Pero esa no es la situación de un pequeño país aislado, o un país mediano, o incluso un país grande de América Latina.
(…)
A ustedes que con tanta firmeza, frente a tanta calumnia y tanta mentira, han sido solidarios con nuestra patria, me siento en el deber de explicarles estas cosas, sin apartarme un átomo de la verdad.
(…)
Son decenas de miles los profesionales y técnicos de África que estudiaron y se graduaron en Cuba; digo África, aunque también hay de otros muchos países, pero procedían fundamentalmente del continente más pobre (…).
(…)
(…) Después del huracán Georges ?no me explico por qué le pusieron el nombre del que fuera el principal forjador de la independencia de Estados Unidos y su primer presidente?, que destruyó mucho y mató a muchas personas, le ofrecimos a Haití, el país más pobre de nuestro hemisferio, los médicos que necesitara (Aplausos). Y cuando pocas semanas después ocurrió lo mismo en Centroamérica con el huracán Mitch, portador de terribles lluvias como consecuencia de los cambios de clima, con efectos muy dañinos, principalmente, porque los bosques han sido talados para exportar madera a los países más ricos, le ofrecimos lo mismo, e incluso enviamos de inmediato cientos de médicos y le propusimos desarrollar planes integrales de salud.
A nuestro juicio, no era solo cuestión de enviar un número de médicos, ayudar durante 15 o 20 días después del huracán y luego marcharse, porque ese huracán mató, según las cifras más elevadas que se mencionaron entonces, más de 30 000 personas. Tal vez las cifras reales, porque muchos de los desaparecidos aparecieron después en algún punto, fueron alrededor de 15 000 víctimas mortales. Nosotros sabíamos que en Centroamérica mueren anualmente, por enfermedades previsibles, más de 40 000 niños ?no menciono los adultos?; luego tiene lugar un huracán permanente y silencioso, mucho más terrible que el Mitch, y que mata cada año tres veces más niños que los que mató el Mitch, sin que nadie hable de eso.
Los países los aceptaron, principalmente aquellos que actuaron con un criterio independiente; a algunos se lo prohibieron. Esos programas de salud surgidos entonces continuaron.
(…)
Continúan y se amplían esos programas. No aportamos los medicamentos porque no los tenemos. Los medicamentos son suministrados por los gobiernos de cada país y determinadas organizaciones no gubernamentales; pero los servicios de nuestros médicos son absolutamente gratuitos (Aplausos).
En Haití nuestros médicos atienden hoy ?y son varios cientos, aproximadamente igual que los del otro país mencionado? a más de cuatro millones de habitantes, y un grupo de especialistas, en el principal hospital del país y en otros hospitales donde faltaban, atienden a aquellos que lo requieran de cualquier parte del país. Han salvado muchas vidas.
Baste decir que salvar vidas no es tan difícil, si se acude al sencillo procedimiento de las vacunas que cuestan centavos, y, desde luego, si se aplican concepciones de políticas de salud que permiten salvar muchas vidas y curar muchas personas con un gasto ínfimo. Hay millones de vidas de niños que se pierden en el Tercer Mundo por centavos.
Nosotros le ofrecimos solamente a Centroamérica alrededor de 2 000 médicos, a Haití los que necesitara. Pero no solo hicimos eso (…) creamos en Cuba una escuela donde ingresaron alrededor de 1 000 jóvenes centroamericanos, procedentes de lugares apartados y de origen humilde, para estudiar medicina (Aplausos). Seis meses de premédica para nivelarlos; dos años de ciencias básicas en esa escuela, y después cuatro años en algunas de las 20 facultades de medicina que tiene el país (…).
(…)
Esto es un programa, se llama Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas, pero no cuenta solo con aquella edificación de ciencias básicas y premédica; el programa incluye todas las facultades de medicina de todo el país.
Esa escuela tiene sus grupos culturales por países. Saldrán con conocimientos amplios sobre el resto de las naciones, y se trata, principalmente, de crear una nueva concepción, una nueva doctrina de cuál debe ser el papel del médico en la sociedad, porque en las capitales y en las ciudades grandes de América Latina existen médicos de sobra, pero no han sido educados todos en la idea de cuál debe ser el deber de un médico (Aplausos). El número de estudiantes no importa tanto como las ideas que presiden este programa.
Pues bien, no se imaginan ustedes con qué ansiedad estudian esos jóvenes, qué aplicación, más incluso que nuestros propios alumnos, que están acostumbrados a recibir todas esas oportunidades de la misma forma que ven aparecer el sol cada día. Aquellos jóvenes proceden de lugares muy pobres y estudiar medicina era un sueño para ellos. Los resultados son excelentes, ¡qué magníficos médicos se van a formar en esas escuelas! Realmente nos sentimos compensados por el esfuerzo que ellos realizan.
¿En África qué hacemos? Imposible traer decenas de miles de africanos. (…) ¿Cuál es la solución que estamos aplicando con los programas integrales de salud para el África? (…) dondequiera que no exista una facultad de medicina, es crearla de inmediato (Aplausos), recogiendo bachilleres e iniciando un curso de nivelación de seis meses.
(…)
Esa es la línea que estamos siguiendo. Hay que formar cientos de miles de médicos africanos. Nadie se ocupa de eso. Hay una parte del mundo muy rica a la que solo interesa el petróleo, los diamantes, los minerales, los bosques, el gas, la mano de obra barata, y más nada. De donde la situación de ese hemisferio es hoy peor que la que existía en la época de la colonia, ¡mucho peor! La población se ha multiplicado. La situación es terrible.
Ayer en Naciones Unidas se estaba hablando del SIDA. Eso es capítulo aparte. Si ustedes me lo permiten, les hablo luego de eso (Aplausos).
¿Por qué me he extendido un poco en este tema de la medicina? Se lo explico. Nosotros, a todos los países del Caribe, les hemos concedido gratuitamente las becas que soliciten para cualquier carrera universitaria. Son muchos los países del Caribe, pero la población total no es numerosa. Ellos hablan inglés. Descubrí hace poco algo que me dejó admirado: nos visitaron varios representantes del Caucus Negro ?hablo de esto porque ellos hablaron del tema a la prensa es la primera vez que yo menciono esto públicamente?, y un legislador de Mississippi ?por un distrito de ese estado? al que yo le hablaba de estos programas me dijo: “Óigame, yo tengo muchos lugares en mi distrito que no tienen un solo médico”. Le digo: “¡Cómo! Ah, ahora me doy cuenta de que ustedes son el Tercer Mundo de Estados Unidos” (Aplausos y exclamaciones). Y le dije: “Estamos dispuestos a enviarles algunos médicos gratuitamente, igual que lo hacemos con otros países del Tercer Mundo”.
Yo me di cuenta así como de repente. Uno siempre oye hablar de la riqueza de Estados Unidos, del producto interno bruto que supera los ocho millones de millones de dólares, etcétera, etcétera, etcétera, y de repente me encuentro con un miembro respetado de la Cámara que dice que a su distrito le faltan médicos. Por eso le respondí: “Podemos enviarlos”. E inmediatamente le añadí: “Algo más: mire ?me acordé de las escuelas?, estamos dispuestos a conceder un número de becas para jóvenes pobres de su distrito que no puedan pagar los 200 000 dólares que cuesta una carrera universitaria” (Aplausos y exclamaciones). Cuando regresaron hablaron de este problema, y nos han dicho que están estudiando la cuestión de las becas, pues siempre existe un problema de compatibilidades relacionadas con el sistema de formación profesional de cada país.
(…)
El representante me comenta que esa es la situación de otras minorías, y me habló de chicanos, de las reservaciones indígenas y de otras zonas del país, y no solo de latinos o inmigrantes, sino de ciudadanos nacidos en Estados Unidos. Yo le dije: “Ese es un país muy grande, enorme, nosotros no podríamos hacer allí lo que hacemos con otros países. No sé a cuántos habitantes asciende el Tercer Mundo de ustedes, pero imagino que pueden ser unos 30 o 40 millones” (Aplausos).
(…)
Decía que la situación sanitaria de África es desastrosa, pero lo más terrible es que una nueva plaga amenaza ?vean lo que les digo? con exterminar naciones enteras de ese continente. Algo más: amenaza con exterminar la población del África subsahariana (…).
Hablo con toda seriedad y con toda reflexión. No quiero ser alarmista, pero de memoria les voy a decir: de los 35 millones de personas infectadas de SIDA en el mundo, 25 millones son africanos (…).
Está distante de encontrarse una vacuna.
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¿Por qué se habla tanto de derechos humanos cuando están ocurriendo todas estas calamidades en el mundo? ¿Quiénes son los responsables de que mueran decenas de millones de personas que pudieran salvarse cada año, entre ellos niños ?de los que perecen más de 11 millones?, adolescentes, jóvenes y adultos, que mueren también por falta de la adecuada asistencia, o que mueren por una enfermedad que no se atiende a tiempo, o por alguna malformación que puede resolverse, o por una operación quirúrgica u ortopédica en caso de accidentes? No se sabe cuántos mueren que pueden salvarse, o a cuántas personas de edad avanzada se les podría prolongar la vida.
(…)
A aquellos que tanto odian a Cuba, a la Revolución y a mí en particular, podríamos recordarles que de vez en cuando le den las gracias a la Revolución, porque sin la Revolución no habría muchos cubanos millonarios (Aplausos), sin la Revolución no habría una llamada Fundación Nacional Cubano Americana (Abucheos), sin la Revolución no habría un número de cubanos que son miembros del Congreso de Estados Unidos, no podrían promover leyes a favor de nada, no serían codiciados en las campañas electorales, no serían complacidos en todo lo que piden, aun cuando la mayor parte no vota porque, en virtud de los privilegios que les concedían, les convenía más ser ciudadanos cubanos que norteamericanos.
(…)
La hostilidad a la Revolución y el propósito de privarnos de personal calificado se había hecho patente casi de inmediato. Necesitaban además antiguos oficiales de Batista y personal joven para nutrir la brigada mercenaria de asalto, un plan que nadie conocía entonces. Sin embargo, las salidas legales hacia Estados Unidos se autorizaron siempre. El robo de cerebros estimuló los colosales esfuerzos educacionales que la Revolución triunfante había iniciado de inmediato.
(…)
No es una vergüenza ser pobre, no es una vergüenza la falta que pueda cometer algún joven de niño o de adolescente, la vergüenza es que en este siglo que se inicia, con todos los avances técnicos, cuando el hombre pretende hasta poblar el planeta Marte, haya niños, adolescentes y ciudadanos en nuestro planeta viviendo en la marginalidad (Aplausos), y en muchos países, además de marginados, discriminados.
(…)
Al paso que vamos desaparecen no solo los africanos, desaparecemos todos. Al paso que vamos, con esos modelos de consumo que conducen a la destrucción de los medios naturales de la vida, de la atmósfera, a la escasez y contaminación del agua potable y de los mares, los cambios de clima, los desastres naturales, a la pobreza, a diferencias abismales y crecientes entre los países y dentro de los países, puede afirmarse con precisión matemática que el orden económico y social que hoy existe en el mundo es insostenible.
(…)
Gracias (Aplausos).
Fidel pronuncia discurso en la iglesia Riverside de Harlem, en Manhattan, Nueva York, durante un acto de solidaridad con Cuba, el 8 de septiembre de 2000. Foto: Sitio Fidel Soldado de las Ideas.
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Tomado de Cubadebate