A poco más de un mes para las elecciones federales en México, donde se elegirán – entre otros cargos nacionales y locales – al presidente de la República, valdría la pena preguntarse qué es lo que no pueden perdonarle a Andrés Manuel López Obrador los políticos y reaccionarios conservadores y de la ultraderecha más retrograda de esa nación y del continente, especialmente de Estados Unidos.
Si me preguntaran a mí, diría sin dudas, que no pueden ni podrán perdonarle su honestidad y su pasión, esa que ha demostrado que le imprime a cada cosa que hace y dice y con la que, inevitablemente, contagia a los que le rodean o le siguen sin importar cuán lejos o cerca estén.
“Las grandes cosas se hacen con pasión, pero también requiere de la razón. (…) Lo más importante para un dirigente que quiere transformar es ser honesto. Porque hay que ser honesto, independientemente de sentirse uno bien con su conciencia, es uno libre”, dijo AMLO recientemente en una entrevista a Rusia Today.
Sin embargo, reconoció que la pobreza – a pesar de las múltiples crisis provocada por la pandemia de la Covid 19 – y lo que llama “la revolución de las conciencias, son los mayores logros del conocido “Gobierno de la Cuarta Transformación”.
Y es que sin dudas en México durante su mandato ha existido un considerable crecimiento económico, acompañado de finanzas públicas más transparentes, fortalecimiento de su moneda – más respaldada en relación con el dólar – y una disminución también evidente, del desempleo.
“Es empleo pleno. Se están haciendo obras en México que no se están haciendo en ningún otro país del mundo. (…) México tiene 35 millones de familias, 35 millones, y están recibiendo apoyo de manera directa 32 millones; y los 3 millones de familias que no reciben de manera directa apoyo del presupuesto, son atendidos también. Porque como hay crecimiento económico, hay empleo, se fortalece el mercado interno, se apoyan los comerciantes, se apoya a los empresarios”, lo resume así el mandatario, a la vez que destaca como un factor indispensable en estos resultados la participación ciudadana y el cambio de mentalidad que lo ha acompañado.
En un país en el los índices de hechos delictivos asociados al narcotráfico y a otros males, el rescate de la paz ha sido considerado por AMLO como uno de los progresos de estos años, sobre lo cual reconoce que aún hay mucho por hacer pero asegura: “hemos logrado, entre todos, desde abajo, una transformación en el país. Hay resultados. Está bien el relevo generacional. Nos va a ir bien. El porvenir viene acompañado de la justicia y tiene el rostro de mujer. (…) Estoy contento porque cierro un ciclo. Hemos logrado, entre todos, desde abajo, una transformación en el país. Hay resultados. (…) Ya ayudé mucho y me ayudaron mucho. Estamos en paz”.
AMLO ha demostrado también ser un un ser humano, un hombre, un patriota de valores extraordinarios, que busca aprender de todos y todas, y cuya sencillez le permiten señalar cosas como esta: “Las enseñanzas principales de lo que se está haciendo, de lo que se está llevando a la práctica, independientemente de lo teórico, vienen de recoger los sentimientos de la gente. (…) Le tengo mucho cariño y mucha confianza al pueblo de México”.
Uno de los momentos en los que más ha se visualiza la fuerza, el espíritu y la honestidad de este hombre que ha escogido dedicarse a lo que considera “el noble oficio de la política”, han sido las conferencias matutinas que de lunes a viernes y a través de sus redes sociales ha realizado, cada una de ellas clases magistrales de comunicación, de diplomacia, modestia y altruismo. Seamos claros, hay tener mucha voluntad, capacidad de diálogo, preparación, valentía y madurez política para lograr mantener un espacio así que le otorga – según sus propias palabras – “la libertad y autoridad moral para gobernar e incluso comunicar sin censura”.
En ese propio espacio, como de forma cotidiana en su accionar frente al contexto internacional más cercano o lejano, y en especial ante amenazas de su vecino del Norte y de otros que han querido pisotearlo o sacarlo del cauce habitual de su gobierno de paz e integración, ha ratificado que México es un país soberano, independiente, nunca colonia de nadie.
“Hemos demostrado de que agencias de Estados Unidos, estas de las que ayudan a las autodenominadas organizaciones no gubernamentales o independientes o de la sociedad civil, entregan dinero del gobierno de Estados Unidos. (…) Entonces, sí son muy injerencistas, es una manía, pero hemos podido poner orden y demostrar de que se manipula mucho. Afortunadamente volvemos a lo que te decía al principio. Como ha cambiado la mentalidad del pueblo, el pueblo de México es uno de los pueblos más politizados del mundo, entonces ya no tiene efecto nada de eso”, ha dicho al respecto.
En Cuba lo hemos tenido en varias ocasiones y nuestras autoridades del Partido, el Estado y el gobierno cubano han estado en ese país como quien visita a un hermano verdadero, la otra casa, la que tiene siempre las puertas abiertas, el abrazo sincero y la mano extendida para ayudar en los momentos más complejos y los que se nos imponen a diario también. Estuvo entre los primeros en apoyarnos ante desastres naturales, de la misma forma en situaciones extremas como la del accidente en la base de Supertanqueros de Matanzas y no en palabras, en hechos concretos que contribuyeron a salir de aquel tormento de forma más rápida y evitar más pérdidas.
Pocos como él han alzado su voz con tanta fuerza frente al bloqueo estadounidense contra Cuba, en la defensa de nuestra soberanía y de tener el proyecto social que escogimos y ha sido uno de los más grandes admiradores, un agradecido eterno de la solidaridad que ha esparcido nuestro pueblo por el mundo, incluyendo al suyo.
Por estos y por muchos otros argumentos y ejemplos que serían interminables en pocas palabras, lo que no pueden ni podrán perdonarle a AMLO es precisamente eso, la honestidad y la pasión con que ha removido cimientos y ha marcado un camino que tendremos que transitar muchos en lo adelante, en México, en Nuestra América y en el mundo. Podríamos ser, todos y todas, gracias a sus enseñanzas, como diría el poeta: “un tilín mejores y mucho menos egoístas”.
Tomado de Cuba Si