Discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en la clausura de la IV Conferencia La Nación y la Emigración, el 19 de noviembre de 2023, en el Palacio de Convenciones, “Año 65 de la Revolución”.
Queridos compatriotas:
“Realmente el sentimiento de la Patria es fuerte”. Esa frase de Fidel al final del encuentro con los muchachos de la Brigada Antonio Maceo, hace 46 años, podemos repetirla hoy aquí.
Si a quienes vivimos en ella nos revienta el pecho de orgullo cantar el Himno Nacional, escuchar sus acordes en la trompeta de Alexander Abreu o mirar las palmas desde las ventanillas de un avión, al regreso de un viaje, no es difícil imaginar la emoción de quienes, como ustedes, sienten lo mismo viviendo lejos de Cuba.
Es ese sentimiento el que ha animado todos los diálogos desde entonces hasta hoy. Es el que nos ha permitido crecer entre encuentros y desencuentros, aciertos y desaciertos, salvando siempre lo que nos une por encima de todo lo que pudiera separarnos.
Y es lo que nos ha emocionado constantemente en estas jornadas de intercambios y deliberaciones que, por más actuales que sean en su contenido, activan la memoria y acrecientan la gratitud hacia quienes labraron, con paciencia, fe y patriotismo, el camino del diálogo, el respeto y el entendimiento, cuando parecía imposible.
Hace poco, en casa, en familia, precisamente la semana pasada, vimos otra vez el documental 55 hermanos. Cinco de aquellos muchachos están presentes hoy aquí. Las huellas del tiempo no han cambiado sus sentimientos. A ellos debemos decirles gracias por abrir el camino, por no cansarse, por hacer realidad el estribillo que cantan todos al final del documental: “la Patria ha crecido, dijo el Comandante…” (Aplausos).
Aquel hermoso grupo de jóvenes compatriotas fue la avanzada de otros emigrados a los Estados Unidos que aceptaron la invitación de las autoridades cubanas para, en conjunto, participar en el diseño de un nuevo modelo de relación entre la nación y sus hijos radicados en el exterior, sobre la base del respeto irrestricto a la soberanía e independencia de Cuba.
Aquellos gestos patrióticos estuvieron acompañados de muchos retos y peligros. Los asistentes se vieron obligados a desafiar las amenazas y la violencia provenientes de los opositores al diálogo, quienes contaban, y cuentan, con el respaldo del Gobierno estadounidense, cuya política contra Cuba ha variado poco o casi nada en tantos años.
Era necesario, además, superar dudas y prejuicios, saber diferenciar entre los intereses e inquietudes que los cubanos residentes en el país del norte tenían y la hostilidad hacia Cuba del Gobierno norteamericano.
Hoy estamos en un momento muy diferente. El mundo en que vivimos ha cambiado, nuestro propio país ha continuado profundizando su proceso de transformación, la presencia de cubanos residiendo fuera es mucho más numerosa y variada y se asienta o permanece en muy diversas latitudes.
Lo reconoció el General de Ejército Raúl Castro Ruz al expresar: “Hoy los emigrados cubanos, en su aplastante mayoría, lo son por razones económicas […] casi todos preservan su amor por la familia y la patria que los vio nacer, y manifiestan […] solidaridad hacia sus compatriotas”1.
Pero gracias a los protagonistas de aquel primer acercamiento y los que vinieron después, los vínculos son más frecuentes, activos, abiertos, influyentes y cada vez transcurren de manera más natural.
Imposible olvidar en cualquier recuento de esta larga y dramática historia a Carlos Muñiz Varela y a José Eulalio Negrín Santos (Aplausos), defensores del Diálogo y de los vínculos con Cuba, vilmente asesinados por despiadados enemigos de la nación y de los lazos de sus hijos con ella. Nuestro mayor reconocimiento a sus compañeros, aquí presentes, que han peleado sin descanso para que se haga justicia.
Cada acto de acercamiento y solidaridad con la patria será el más sentido y el mejor de los homenajes a los mártires y a otros compatriotas que no están físicamente entre nosotros y que se entregaron completamente a la misión martiana de alcanzar la unidad en pos de la defensa de la patria.
Los esfuerzos realizados, los riesgos asumidos y la sangre derramada son las más fértiles semillas del árbol nacional. ¡Nada fue en vano!
Durante estas jornadas, además de honrar la palabra empeñada cuando como causa de la COVID-19 nos vimos obligados a suspender el encuentro previsto en el año 2020, estamos cumpliendo con un deber histórico: continuar el camino emprendido con la visita a Cuba de los 55 valerosos jóvenes de la Brigada Antonio Maceo, en diciembre de 1977, preludio del denominado Diálogo entre el Gobierno de la República de Cuba y personalidades representativas de la comunidad cubana en el exterior o Diálogo del 78 y las tres conferencias posteriores de La Nación y la Emigración, realizadas en abril de 1994, noviembre de 1995 y mayo de 2004.
En aquel memorable encuentro de 1978, promovido e impulsado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, se ratificó que la Revolución deseaba fortalecer los vínculos con los cubanos radicados en el exterior, para lo cual tomaba en cuenta, en primer lugar, los intereses de esa comunidad.
Lo dijo claramente Fidel: “De una manera o de otra, por distintas vías, habíamos llegado ya a tomar conciencia de los problemas de la comunidad cubana en el exterior, de su deseo de mantener su identidad, de su deseo de preservar sus valores morales, sus valores culturales; en fin, un esfuerzo de identidad”2.
Como diría José Martí, al fin qué es la Patria sino “comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas”.
Al igual que en 1978, en nombre del Gobierno cubano les reitero la voluntad de continuar desarrollando un diálogo franco y amplio, sobre la base del respeto mutuo y la defensa de la Patria. Hoy como ayer, con el compromiso de no cejar en la batalla por poner fin al bloqueo genocida que tanta carencia, dolor y fractura ha provocado en la familia cubana.
Como víctimas directas o indirectas de esa criminal política, todos los aquí reunidos estamos conscientes de que constituye el mayor obstáculo al fortalecimiento de las relaciones del país con la mayoría de los cubanos que residen en el exterior, toda vez que dificulta el flujo regular, ordenado y seguro de viajeros, afecta los vínculos entre los nacionales residentes en Estados Unidos y sus familiares y amigos en Cuba; coarta derechos de nuestros connacionales en el exterior y afecta, en primer lugar, a sus familiares.
No voy a extenderme poniendo datos que más que cifras son heridas abiertas en el cuerpo de la nación y en el centro de su alma, que es la familia cubana. Detrás de cada acción de bloqueo, amenaza, intimidación; detrás de cada uno de los 15 millones de dólares diarios de afectación que se cuantificaron en los primeros 14 meses de una administración como la de Biden; detrás del número, enorme pero inerte, hay niñas y niños, jóvenes, ancianos, madres, abuelos…, hay un país castigado por la osadía de ser libre, independiente y soberano a 90 millas de un imperio.
Pero ese país rebelde e imperfecto no solo cuantifica y denuncia el crimen. ¡Cuba resiste y crea! Ni seis décadas de bloqueo que apuestan al agotamiento humano, ni más de 200 medidas de brutal demolición de los pocos avances anteriores han podido con la resistencia creativa de este pueblo del que nacimos ustedes y nosotros, mezcla formidable de etnias, culturas, espiritualidad, que sólo podrá ser vencida por sí misma el día que perdamos los sueños de un mundo mejor posible.
Esa resistencia creativa es la que explica el exitoso enfrentamiento cubano a la pandemia cuando más apretó el bloqueo y Estados Unidos obstaculizó, incluso, la adquisición de oxígeno medicinal. Es la idea y la consagración de la que brotaron cinco candidatos vacunales, de ellos tres vacunas probadas con eficiencia y efectividad, y ventiladores pulmonares criollos que, por sus prestaciones, compiten con los mejores del mundo.
Un programa de gestión de gobierno basado en ciencia e innovación traduce las ideas en realizaciones y obras que nos enorgullecen, sin que por ellas renunciemos a la autocrítica y la conciencia de todo lo que nos falta para saltar los muros del bloqueo.
Nuestra mayor fuerza está en el talento, el esfuerzo y la invencible creatividad del cubano, y en la obra de seis décadas de la Revolución.
En esa obra incluimos, por supuesto, la solidaridad que damos y recibimos desde todos los rincones del planeta, de todas las personas de buena voluntad que nos acompañan en la pelea contra el bloqueo, y, para satisfacción y alegría, en primerísimo lugar, de las cubanas y cubanos que tienen a la patria geográficamente lejos, pero sentimentalmente en el centro de sus corazones. Siéntanse, entonces, reconocidos en esta victoria cotidiana sobre quienes nos adversan a la que llamamos resistencia creativa.
Compatriotas:
A pesar de la política agresiva del Gobierno estadounidense, del recrudecimiento del bloqueo, de la persecución financiera, de la calumniosa, falsa, inaceptable calificación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo y de campañas mediáticas plagadas de mentiras y manipulación que buscan desacreditar y socavar todos los esfuerzos del Gobierno por superar el cerco económico, desde la hostigada Cuba se han promovido y aplicado numerosas medidas durante los últimos 45 años, y han sido significativos los avances en materia de fortalecimiento y diversificación de los vínculos con las cubanas y cubanos residentes en el exterior.
Nuestro Canciller recordaba palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro y del General de Ejército Raúl Castro, líderes históricos de la Revolución, que sus continuadores defendemos con respeto y admiración por su obra en favor de la normalización de la relación de la nación con sus emigrados, por encima de coyunturas políticas promovidas por quienes insisten en derrotar a la Revolución por todos los medios posibles.
No voy a repetirlas. Los cambios más trascendentes en esa política empezaron hace 45 años con aquellos diálogos históricos; se fortalecieron en la última década con importantes decisiones para favorecer la institucionalidad y los derechos de la ciudadanía cubana, un proceso al que tenemos el deber de dar continuidad y, además, lo hacemos.
Eso ocurre mientras las administraciones estadounidenses refuerzan las medidas coercitivas y amenazan con nuevos castigos a las familias cubanas. Ya no solo obstaculizan visados y accesos regulares a un país donde vive la mayor parte de la emigración cubana. Un congresista anticubano muy influyente en la política de ese país está exigiendo que pierdan su estatus de refugiados aquellos que regresan a Cuba de vacaciones. Pedirlo es el mayor mentís a las campañas que politizan toda la emigración cubana.
Los creadores y sostenedores de la guerra económica contra Cuba tratan de quebrar, mediante campañas de descrédito y difamación generosamente financiadas con el dinero de sus contribuyentes, nuestro vínculo natural y creciente con los emigrados.
A pesar de la continua alimentación del odio, en la actualidad existen 138 asociaciones de cubanos en 57 países. Incluso, en lugares donde no están creadas formalmente estas organizaciones son muchos los que participan en tareas de apoyo y en actividades que organizan en conjunto con los movimientos de solidaridad y con nuestras representaciones diplomáticas y consulares.
Quiero decirles que nos enorgullecen y reconfortan mucho los disímiles mensajes de condolencia, ofrecimientos de ayuda y donaciones enviadas por ustedes durante la pandemia de la COVID-19, y cuando sufrimos los lamentables accidentes en el Hotel Saratoga, en la Base de Supertanqueros de Matanzas y ante los daños provocados por el azote del huracán Ian en el occidente del país, por solo mencionar los casos más recientes.
“A la patria se le puede dejar siempre, pero nunca cuando se halla en trances difíciles”, dejó dicho Martí, y ustedes honran ese principio. Ustedes están al lado de la patria cuando los necesita. Cuba reconoce, valora y cuenta con su ayuda.
La mayor parte de los connacionales mantienen un vínculo estable y fluido con la patria, comparten sus éxitos, se solidarizan con nuestras causas, se muestran interesados en la situación del país y en aportar y contribuir a su desarrollo socioeconómico. Más aún, al hacerlo, aflora y contagia ese sentimiento misteriosamente profundo que provoca esa que también Martí calificó de dulcísima palabra: “cubano”.
Esa cubanía, que no depende de caracterizaciones etnográficas, la definió como nadie el sabio Don Fernando Ortiz: “No basta para la cubanidad tener en Cuba la cuna, la nación y la vida; aún falta tener la conciencia. Pienso que para nosotros los cubanos nos habría de convenir la distinción de la cubanidad, condición genérica de ser cubano, y la de cubanía, cubanidad plena, sentida, consciente y deseada; cubanidad responsable, cubanidad con las tres virtudes: de fe, esperanza y amor”.
Insistimos en la fórmula martiana de una Cuba con todos y para el bien de todos, dejando claro que en ese “todos” no caben los que conspiran contra la nación para agredirla y ofenderla, los que piden invasión y licencia para matar a su propio pueblo, ni aquellos que manchan la Bandera de la Estrella Solitaria con la vocación anexionista de convertirnos en el Estado 51 de la Unión Americana, y acosan y agreden a los artistas y deportistas que nos representan en escenarios y eventos internacionales.
No nos negaremos jamás a crecer en derechos para todos, salvo para aquellos que viven y trabajan a sueldo de otro gobierno con el fin declarado de destruir nuestro proyecto y su obra siempre inconclusa de batalla por el mayor grado de justicia social posible.
Nuestros brazos estarán abiertos con el reconocimiento agradecido para recibir y abrazar a quienes arriesgan su integridad personal y hasta la vida por defender y apoyar a la patria en la hora difícil, como la legendaria Alianza Martiana, Puentes de Amor, los grupos solidarios que cada mes, bajo el frío, la lluvia y el ataque de los odiadores, salen a las calles de cientos de ciudades del mundo a pedir el fin del bloqueo a Cuba (Aplausos).
Podríamos decir, al observar lo que aquí se ha dicho y discutido, que esta conferencia nos ha permitido realizar un balance exhaustivo de lo logrado en el ámbito de los vínculos con los nacionales en el exterior e identificar las áreas en las que nos queda por trabajar en conjunto, pero, más importante aún, constituye un nuevo punto de partida hacia metas superiores y por tanto más retadoras.
Me atrevería a asegurar, sin temor a equivocarme, que todos los presentes en la sala compartimos la apreciación de que los vínculos entre Cuba y sus nacionales en el exterior están hoy en uno de sus mejores momentos. El árbol plantado hace 45 años es fuerte, vigoroso y protector como una ceiba.
Una de las virtudes de estos encuentros y del largo proceso iniciado en 1978 es que no depende de las relaciones, los contactos o incluso la opinión de otros gobiernos. ¡Este es un ejercicio estrictamente cubano, entre cubanos y para los cubanos! (Aplausos.) (Exclamaciones de: “¡Viva Cuba libre!”)
Que sea precisamente la independencia y la soberanía de la nación la prioridad compartida, ha hecho posible que se avance de manera resuelta e irreversible hacia objetivos comunes, sin que las diferencias políticas, ideológicas o de otra índole puedan impedirlo.
En casi todos ustedes impresiona el modo en que se acercan a la patria, con una actitud de respeto y comprensión hacia las realidades del país y los legítimos derechos de quienes viven, trabajan, se sacrifican y luchan en él, lo que también contribuye al fortalecimiento de nuestras relaciones.
Espero que todas las presentaciones realizadas durante la Conferencia hayan permitido, como nos propusimos, trasmitirles de primera mano la percepción sobre los avances en el complejo universo de las relaciones entre la nación y sus emigrados, y actualizarlos con franqueza sobre la realidad que hoy vive el país. Del debate, rico en ideas y matices, que transcurrió tanto en el plenario como en los pasillos del Palacio de Convenciones o en los escenarios de las actividades colaterales, todos hemos aprendido.
Eliminar el bloqueo, preservar las indiscutibles conquistas sociales, no volver a los horrores del pasado de explotación y sometimiento de la patria han sido planteamientos fundamentales de amplia coincidencia entre los participantes, que nos demuestran el patriotismo sincero que pervive en la comunidad cubana asentada en el exterior.
También lo es la defensa irrenunciable al derecho a la autodeterminación y a la prerrogativa de dirimir, resolver y superar nuestros propios problemas sin injerencia extranjera y sin la permanente coerción del Gobierno estadounidense. Es un derecho que tiene o debería tener toda nación y que los cubanos atesoramos como una justa conquista a la que no vamos a renunciar.
Los intercambios sostenidos durante las últimas 48 horas nos han permitido esbozar el camino a seguir en función de incrementar la participación de los cubanos residentes en el exterior en el desarrollo socioeconómico de Cuba, y en procesos de carácter eminentemente político, como lo fueron las consultas populares sobre la nueva Constitución y el nuevo Código de las Familias, en busca de proseguir el proceso transformador y consolidar el socialismo autóctono y centrado en alcanzar la mayor justicia social para todos.
Hemos tenido la posibilidad de intercambiar ampliamente sobre las oportunidades que representan el desarrollo de las tecnologías y la informática, en función de proyectar una imagen viva de Cuba, con luces y sombras, pero siempre orgullosos de nuestra historia, de la capacidad de resistencia y del legado de justicia social alcanzado en esta tierra rebelde y digna.
Una vez más, la cultura se confirma como el factor principal que nos identifica, nos une y nos enorgullece. Al destacar nuestra cubanía, aspiramos a estimular los vínculos con las nuevas generaciones de cubanos residentes en el exterior, a través del fortalecimiento de los nexos culturales e históricos con su país o el de sus padres.
Quiero ratificarles, además, que allá donde estén llegará también la asistencia y protección consular siempre que sea requerida y posible. Es nuestra política y un deber de las embajadas y consulados cubanos acompañar, asistir, proteger cuando sea necesario y factible, a los cubanos residentes en el exterior. Los hechos ahorran mis palabras. Frente a un desastre natural, conflicto bélico, accidente u otra calamidad, nuestros funcionarios estuvieron allí y tienen la instrucción de acudir al auxilio de los cubanos que lo requieran.
En estos momentos se comete contra el pueblo palestino un genocidio de proporciones dantescas. Como lo hemos dicho en reiteradas ocasiones, Cuba continuará apoyando la justa causa de los palestinos, y exigimos un cese al fuego inmediato (Aplausos). Allí tenemos también cubanos que han formado familia y trabajan por esa nación.
Compatriotas:
Permítanme evocar al querido Eusebio Leal, quien tanto hizo por nuestra cultura y por la patria, cuando al referirse a aquellos que han decidido fijar su residencia en el exterior, expresó:
“Yo no creo que por sí misma la migración tenga que ser considerada, y más hoy, un evento estrictamente político. Es un tema económico, un tema familiar, o es un tema opcional […] Los que han ido y han fundado y han creado, tienen en su patria un punto de referencia, tienen una tumba a la que acudir, un pueblo al que volver, una madre a la cual besar, un niño a quien recuperar […] Y es posible que los que vayan y no olvidan, nos extiendan la mano.”3
“Los que han de quedarse en otras tierras –como refirió el propio Eusebio en otra ocasión– tienen hijos que llevarán y multiplicarán en su corazón la sangre de Cuba y por generaciones repetirán el nombre breve y sonoro de la tierra donde nacieron sus padres y abuelos”4.
En nombre de nuestro pueblo, les reitero que el compromiso de fortalecer los vínculos con los cubanos que viven en cualquier latitud del mundo ¡es invariable y es irreversible! (Aplausos).
Los invitamos a sumarse con energía renovada a esta nueva etapa en defensa de Cuba.
Todos los que quieran construir y aportar a esta obra colectiva que es la Revolución Cubana siempre serán bienvenidos (Aplausos).
¡La patria somos todos, y con ustedes crece!
¡Viva Cuba libre, independiente y soberana! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
Muchas gracias.
(Ovación.)
1 Discurso de Raúl Castro Ruz en el Séptimo Período de Sesiones de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, 1ro. de agosto de 2011
2 Fragmentos de la reunión presidida por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, con la participación de un grupo de personas representativas de la Comunidad Cubana en el Exterior. Palacio de la Revolución, 20 de noviembre de 1978, Versiones Taquigráficas del Consejo de Estado.
3 Entrevista ofrecida por Eusebio Leal Spengler, Historiador de La Habana, a Amaury Pérez Vidal en el Programa “Con dos que se quieran”. Publicado por Cubadebate el 31 de julio de 2021.
4 Conferencia pronunciada por Eusebio Leal Spengler durante el IV Encuentro de cubanos residentes en los Estados Unidos: en defensa de la soberanía nacional y contra el bloqueo. Washington DC, 28 de octubre de 2017.
Tomado de Cuba Si