La Habana, 4 oct (ACN) Aunque todos ansían volver a las aulas, serán los alumnos de años terminales quienes iniciarán este lunes en Cuba el retorno a una presencialidad indispensable para, todavía bajo acoso del SARS-CoV-2, completar el curso escolar 2020-2021 en la Educación General.
El que está a punto de empezar será un proceso escalonado y seguro, que seguirá el esquema de vacunación, en tres grupos, de la población pediátrica cubana de dos a 18 años de edad, lo cual sitúa hoy en la línea de arrancada a los alumnos de grado 12, tercer año de la Enseñanza Técnica y Profesional y de tercero y cuarto de Formación Pedagógica.
Fueron ellos los primeros, completaron ya las tres dosis y pueden, por tanto, regresar a la escuela, aunque, para mayor tranquilidad de las familias, vale decir que está científicamente demostrado que con solo dos dosis, niños, adolescentes y jóvenes alcanzan mayor nivel de inmunidad frente a la COVID-19 que los adultos con las tres.
Estamos hablando de 84 mil 585 estudiantes -menos del cinco por ciento de la matrícula-, y eso hace todavía más seguro este inicio del retorno a las aulas y ofrece garantías adicionales para el distanciamiento físico que la pandemia impone, puesto que en las instituciones educativas serán menos los alumnos y, por tanto, más los locales disponibles.
No obstante, y como preservar la salud y la vida será siempre lo primero, las autoridades competentes decidieron, en atención a la situación epidemiológica específica, que las actividades docentes presenciales se reanudarán el 11 de octubre en la provincia de Las Tunas y, el día 18, en Sancti Spíritus, Pinar del Río y el municipio de Santa Cruz del Sur, en Camagüey.
En recientes declaraciones a la Agencia Cubana de Noticias, el Doctor en Ciencias Eugenio González Pérez, viceministro de Educación, afirmó que se ha trabajado con tiempo suficiente y cuidando hasta el más mínimo detalle, para crear las condiciones y garantizar que todo esté listo para este regreso a las aulas.
Ahora mismo más de 300 instituciones educativas -incluidos IPVCE, escuelas pedagógicas e institutos politécnicos- funcionan como centros de aislamiento u hospitales de campaña, pero sus alumnos no deberán esperar a que sean liberadas, higienizadas, habilitadas y certificadas, pues uno a uno se les ha buscado una escuela a la que asistir, mientras más cerca de casa, mejor, señaló.
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Para los de Formación Pedagógica se han organizado sedes municipales, con un claustro de excelentes profesores de la propia localidad y, como responsables y tutores, los docentes de sus escuelas; los de ETP harán valer la máxima de aprender haciendo y se vincularán a centros afines a su especialidad para combinar teoría y práctica y desarrollar habilidades, en tanto los alumnos de los institutos vocacionales de Ciencias Exactas, aunque ubicados provisionalmente en otros preuniversitarios, recibirán una atención diferenciada, explicó.
Con ese nivel de minuciosidad se ha trabajado también en cada territorio para asegurar transportación, alimentación, incluso las condiciones de vida de alumnos como esos cinco muchachos del “pre” del poblado artemiseño Las Cañas, que por vivir demasiado lejos no pueden, como el resto, trasladarse a diario, y a quienes la escuela reservó camas y colchones antes de entregar esa parte del mobiliario como apoyo a la batalla contra la pandemia, manifestó.
Sobre qué sucederá en estos primeros días, expresó que, luego de tantos meses fuera de la escuela, será tiempo de reencuentro, en el cual educandos y educadores deberán reaprender juntos a asumir un régimen escolar, una forma organizativa, un horario de vida, y readaptarse a las normas de convivencia, la cotidianidad en el aula, al trabajo en equipo.
De ahí el enfoque psicopedagógico de ese diagnóstico personalizado de cada estudiante, en el que tanto se ha trabajado y que no se reduce a lo estrictamente académico, a dificultades en esta o aquella asignatura, nivel de conocimientos y asimilación de contenidos, e igual pondera lo socioemocional, afectivo, conductual, sentimientos, ideas, anhelos, preocupaciones, explicó González Pérez.
Consideró todo un reto implementar las adaptaciones curriculares a partir de las cuales fue diseñado este curso escolar, no ya en las 31 semanas inicialmente previstas, sino en apenas 19, y significó que será precisamente el diagnóstico individual de los alumnos lo que permitirá seleccionar esos contenidos que constituyen invariantes del conocimiento, esencias de cada grado y asignatura.
No estamos hablando de una prueba para medir saberes, sino de observación e intercambio constantes, que posibiliten al maestro conocer en qué es preciso insistir, profundizar y, sobre esa base, hacer una dosificación de los tiempos y contenidos y atender las diferencias, para que al final puedan todos salir airosos de un proceso de evaluaciones, que será flexible y ajustado a estas circunstancias, lo que para nada significa regalar notas, abundó.
Para lo que viene, contamos con los educadores, bien preparados y con unas ganas tremendas de hacer, y contamos con la familia, que mucho puede contribuir a retomar hábitos, rutinas, y también al cumplimiento estricto de las medidas higiénico-sanitarias, que incluso después de vacunados todos, debe mantenerse, dentro y fuera de las instituciones educativas, pues cada espacio ha de ser un lugar seguro y toda conducta responsable, añadió.
Por María Elena Álvarez Ponce | Fotos: Ariel Ley | Tomado de ACN