Testimonio de una madre contagiada por su hijo: Lo peor de la COVID-19 es que te deja traumatizada

Probablemente sea esta la entrevista que más recordemos de esta pandemia entre cientos. Se trata de una sobreviviente de la Covid-19, alguien que estuvo en terapia intensiva por muchos días sin poder hablar y casi conociendo la muerte. Para más dramatismo, fue contagiada por su propio hijo, a quien ella pidió no salir e ir al bar donde se contagió.

Él pensaba que al entrar La Habana en fase 1, y abrirse los bares y llegar los bañistas a las playas, se había acabado el nuevo coronavirus. Por eso y por muchas razones recomendamos esta entrevista, fluida, espontánea, pues todo lo que dice le brotó del alma. Maité Marrero Hernández con 45 años de edad y sin interesarse hoy por teñirse las canas que se le asoman, posee una enorme sabiduría y sensibilidad:

“Después de la terapia, estuve cuatro días en el hospital Naval (Hospital Militar Central Luis Díaz Soto), cuando llega el resultado del PCR que da negativo enseguida el médico de sala me dijo: Maite, ya te vamos a dar el alta, ya no tienes a tu lado a ningún acompañante y mi familia ya estaba de alta en casa. La Covid deja muchas secuelas, entre ellas les puedo mencionar no poderme desplazar, no poder permanecer de pie por mucho tiempo, los músculos con mucha fatiga.

En mi caso, cuando me dieron el alta, iba a ser el día 19 en el hospital, tuve que recoger todas las cosas sola y, por supuesto, tuve que decirle a mi médico de sala: yo no puedo trasladarme al exterior. Me dijo: no se preocupe, usted va a ser trasladada en un silla de ruedas hasta el taxi que la va a llevar a su casa, entonces, salí; pero en ese momento cuando ves la luz del día fuera del hospital, hasta el taxista que no lo conocía, ni sé de donde salió, con él eché mis lágrimas, era como si hubiera sido un familiar, como si hubiera sido alguien que ya está sano y que al fin estoy dentro de la sociedad sana, que había salido de aquella pesadilla.

Viajé con ese señor sola hacia mi casa y aquí me esperaba mi familia, mi hijo, mi esposo, mi madrina, eran las tres personas que en mi casa estaban en ese momento; pero al verme sé que se sorprendieron porque yo venía muy traumatizada físicamente y emocionalmente. Emocionalmente porque llegué con lágrimas de verlos después de tantos días y físicamente porque estar en terapia conlleva a que tengas muchas tratamientos, los brazos estaban morados, tenía la marca de mi abordaje, venía deshecha, no podía caminar, subí las escaleras de mi casa con mi hijo de un lado y mi esposo del otro y no llegué a sentarme en una butaca, llegué directo a una cama, incluso mi hijo me decía: mami, yo te voy a bañar ahora, ahora te vamos a bañar, te vamos a lavar tu cabello; pero yo no dejaba de pensar en el mal momento y, a la vez, lo único que les podía decir era que ya estaba en casa, estoy con mi gente, estoy con mi familia, eso es malo, duro, duro, difícil, es algo muy, muy estresante y sobre todas las cosas lo peor de la Covid es que te deja traumatizado, te deja con un miedo hasta incluso de tu propia vida en la casa, no pensaba ni que estaba curada. Yo aún les decía: tengan cuidado que yo creo que a mí no me curaron bien esto y era la cantidad de secuelas, el sabor en la boca era netamente a medicamentos, algo muy extraño, no podía tomar agua fría, porque yo decía que me dolían todos los dientes, me dolía toda la dentadura, ver que no podía caminar sola al baño, me daban mareos y me sofocaba muchísimo y no eran los pulmones, era tal vez el miedo y los nervios y esto persistió por toda una semana.
No puedo negar que tuve una atención de mi Médico de Familia, a la casa me trajeron el clínico, el psicólogo que fue lo mejor que me pudo haber pasado, porque yo tenía ataque de pánico, hice ataque de pánico de día, de noche, no podía oír a Durán. Cuando salí, todo el mundo quería oír los casos que iban en aumento y cada vez más iban en aumento, eso me aterraba, porque siempre pensé la gente no sabe lo que es esto, la gente no tiene conciencia que esto acaba con la familia, acaba con el barrio, acaba con todas las generaciones, sobre todo adultas que tenemos en casa.

De ahí me vino a la mente mi abuelo y mis padres, que están lejos de mí y lo único que decía: mami ya yo estoy en casa; pero si a ti te da, tú no lo pasas, cuiden a mi abuelito que tiene 88 años y tal vez se sienta mal, porque es un hombre de campo, que trabajó la tierra, que ordeñó sus vacas toda la vida y es un señor con 88 años, que piensa que aún puede aportar a la familia, aunque sea una verdura, un cilantro para los frijoles, porque él lo cultivó, y ahora no lo dejamos hacer nada, mis tíos y mis padres, no lo dejan salir y él se siente hasta incómodo; pero yo le digo a mi abuelo: papi, es necesario, es necesario porque mira lo que yo pasé y él también llora, también me dice mi hijita uno nunca está preparado para esto y es verdad que cualquiera lo coge.

Como dicen otros, esto no se va acabar, esto está en todas partes, pero sí se tiene que acabar, sí se tiene que acabar porque el cubano no solamente tiene la Covid, el cubano tiene un bloqueo, tiene falta de alimentos porque precisamente nos faltan insumos, tenemos falta de recursos, porque la vida misma ha sido así, entonces, no es la Covid, cualquiera se queda en su casa, nosotros no, no nos podemos dar ese lujo.

Nosotros lo que tenemos es ese personal médico y esta Revolución que pone en nuestras manos cualquier cosa, cualquier desarrollo que tenga tecnológico y medicamentos que vamos logrando. Nuestros científicos son tan capaces como cualquiera en el mundo desarrollado y todo lo que en tantos años ellos han trabajado y estudiado, lo ponen a disposición de este pueblo; pero eso no es suficiente, suficiente es que todos tengamos conciencia.

Las personas viven preocupadas porque si no tenemos ahora suficiente pollo, si no hay suficiente jabón, eso es ínfimo ante la vida, lo único que no es suficiente es nuestra vida, que es corta y hay que cuidarla y no la nuestra, la de nuestros abuelos, los padres, nuestros nietos y esa sí está en riesgo.

¿Y para qué queremos una casa linda o un hogar, sino tenemos a la familia al lado? Todo lo que hemos logrado hasta hoy, si no nos cuidamos la salud y no eliminamos la propagación de este virus y lo exterminamos, no sirve para nada, todo lo que hemos logrado en la vida y como yo miles de familias, porque todos hacemos y algo queremos lograr y sí lo podemos lograr; pero si en un momento determinado no tenemos conciencia y no somos capaces de ubicarnos en la situación que estamos viviendo, no valió la pena vivir logrando cosas. Por eso quisiera que la gente, la gente se diera cuenta, hay quien tiene más, otros menos, hay quienes son muy inteligentes y otros no han estudiado para lograr ser universitarios; pero todos somos eso, humanos, seres humanos y todos tenemos la vida y esa hay que cuidarla, desde el que más y el que menos, cuidarnos la vida. ¿Cómo lo hacemos? Con el distanciamiento. ¿Cómo lo hacemos? Con las medidas y regulaciones que hay para la Covid y ¿cómo lo hacemos? atendiendo a todas las medidas que hace este gobierno, Salud Pública, todos los organismos que están en función, que dicho sea de paso, nadie duerme, porque para cada día darnos la información hay miles de personas trabajando en función de esto, con las estadísticas, con los números, con los casos y eso es lo que no sabe a veces el pueblo o no concientiza el pueblo.

Yo espero que pase pronto y que sea controlable, porque si hay un país que está en función de controlar esta pandemia es Cuba, desde el Presidente de un CDR hasta nuestro Presidente, quiero decir que está involucrado todo el mundo en tratar de lograr la eliminación del virus, puesto que todos tenemos necesidades no solo de salir; pero en mi caso particular quisiera tanto poder ver a mi padre y a mi madre y ver a ese abuelo que tengo, que no sé cuánto tiempo más lo voy a tener; pero de él somos todos, la generación nuestra, nuestro árbol genealógico, nuestra raíz y lo único que digo es eso, tengo tantos deseos de ver a mi abuelo, ver a mi papá y a mi mamá, conversar, reírnos, algo tan simple, tomarnos una taza de café, comer juntos en el patio como siempre lo hacíamos. Estamos aislados de ellos y yo no quiero ir a una tienda, no deseo comprarme una ropa nueva, ni tan siquiera ir a mi peluquería, que ya sé que las canas se me ven, solo quiero verlos a ellos, estar un rato con ellos, tomarlos de la mano, reírme, yo lo necesito y como yo lo necesita mi esposo y lo necesita también mi hijo, esa unión familiar para nosotros es el mayor tesoro”.

(Tomado de Naturaleza Secreta)

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