“¡La subversión no existe! ¡Es otro cuento del gobierno para justificar su ineficiencia!” Esta seguramente es una expresión que usted habrá oído o leído en las redes sociales en más de una ocasión. Y es que quienes nos exigen autocríticas para no tapar las deficiencias que podemos tener, se muestran poco severos a la hora de reconocer que por muy trillado que pueda sonar el discurso de la subversión contra Cuba, es un hecho constante y cada vez más evidente.
Por ello hemos querido pasar revista a algunas de las expresiones indudables de cómo se manifestaron el pasado mes, los Métodos de Lucha No Violenta de Gene Sharp, y el Manual de Guerra No Convencional de las Fuerzas de Operaciones Especiales del Ejército de Estados Unidos (EE.UU.), en el escenario digital cubano. Ambos documentos son referentes académicos de los procedimientos empleados por EE.UU. y Occidente para subvertir gobiernos; contienen, además, guías y metodologías para influir sobre poblaciones y modificar comportamientos a partir de herramientas psicológicas, económicas, políticas y sociales. Para ello, trabajan con fuerza aspectos bioemocionales que condicionan el comportamiento y la percepción de la realidad de las personas.
Así que, sin más, les comparto cuáles considero que fueron las principales expresiones de la subversión contra Cuba en escenarios digitales en septiembre último:
– Demeritar la importancia estratégica de la política exterior de Cuba.
– Criticar el desarrollo en Cuba de la Cumbre del G-77 y China.
– Cuestionar la agenda del Presidente en la 78AGNU en Nueva York.
– Deslegitimar al Presidente y al Gobierno, e intentar ridiculizar imagen y gestión de ambos.
– Cuestionar hipercríticamente la política económica y financiera del gobierno.
– Normalizar el uso ofensivo de símbolos patrios y de la imagen de nuestros héroes y líderes históricos.
– Manipular hechos con impacto en lo emocional y en lo cognitivo para validar la supuesta incapacidad del gobierno.
– Romantizar la migración en detrimento de quienes deciden permanecer en Cuba.
– Naturalizar el modelo de éxito de esquemas de trabajo y vida al margen de la institucionalidad.
– Victimizar grupos de la sociedad cubana (jóvenes, mujeres, etc) sin argumentos sostenibles, o por presunta inacción del gobierno y sus instituciones, con la intención de segmentar la opinión pública.
– Intentar validar experiencias de presidentes de derecha de la región como referencia de modelos exitosos de gestión social que deberían imponerse en Cuba.
– Pretender validar una presunta inexistencia del bloqueo, así como sus consecuencias. En cambio, exaltan esas secuelas para pasar factura y responsabilizar al gobierno.
– Minimizar el posicionamiento mediático y digital de los acontecimientos de relevancia política para el país. En ese sentido, volvemos a ver el mismo patrón: cada vez que está por producirse un acontecimiento de importancia política para Cuba, sucede un calentamiento —intencionado, premeditado y cada vez más indiscutible— en redes sociales. Lo hicieron con el G-77 y China, con la visita a la ONU y con el Congreso de los CDR.
– Generar incertidumbre y caos a través de fake news que manipulen los estados de ánimo de la población, o segmentos, para que salgan a protestar a las calles.
Estas consideraciones resultan de la observación personal del comportamiento de usuarios y perfiles en redes sociales durante septiembre. Son tendencias que modifican su expresión a partir de eventos puntuales, pero mantienen, en su génesis, la misma intención de incidir en el escenario digital cubano, como factor para fracturar al gobierno y al pueblo, y para generar tensiones sociales.
Aunque no pocas veces responden a acciones burdas de manipulación mediática, conocerlas y estudiarlas con ojo crítico nos pone en mejores condiciones de enfrentarlas. Y si puede ponerle rostro a algún que otro influencer que se vea reflejado en lo descrito, siéntase libre usted de saber por donde le entra el agua al coco… o, mejor dicho, por dónde le quiere entrar la subversión a nuestras redes sociales.
Tomado de Cuba Si
