Made in USA: Terrorismo contra Rusia

Terrorismo en su más amplia dimensión es la extensa e intensa labor subversiva de las inteligencias de Occidente y favorables a este, encabezadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, imbricada casi al seguro en el criminal ametrallamiento de asistentes a la presentación de un grupo rockero en el Croacus City Hall, que dejó un enorme número de muertos y heridos y gran destrucción del inmueble ubicado en Moscú, la capital de la Federación de Rusia.

La rápida reacción rusa al respecto ayudó a la detención de los cuatro autores materiales y otros implicados en el hecho, así como a las sospechas sobre la complicidad de la seguridad ucraniana y la implicación del presidente Volodomiro Zelenski.

Esto último ha provocado un ceremillar de declaraciones norteamericanas, que van desde intervenciones groseras hasta acusaciones a organizaciones terroristas falsas profesadoras del Islam, todo para desviar las sospechas sobre el mandatario kievita.

El blanco principal de la propaganda occidental es el Estado Islámico o ISI, pero las pruebas logradas hasta ahora demuestran lo contrario, independientemente de que fuera, como otras numerosas organizaciones creadas por las inteligencias occidentales e israelí, con la CIA como máxima depredadora.

En este contexto se hace necesario recordar la probable confabulación yanki-sionista en el posiblemente autoatentado de las Torres Gemelas neoyorquinas y el Pentágono el 11 de septiembre del 2001, en lo que considero se incurrieron en varias chapucerías:
Fue ignorado que las principales comunicaciones al respecto estaban-están- controladas por judíos, y  se dieran dos días de asueto -sin ser feriados- a más de 200 funcionarios israelíes que laboraban en lo más alto de uno de los dos edificios destruidos, como comentó poco después Granma Internacional.

A lo anterior hay que agregar que uno de los enclaves sufrió una destrucción total de arriba abajo, lo cual no correspondía con el impacto de cualquiera de los dos aviones utilizados en el hecho.
Tras ello se  sentaron las bases para la agresión e invasión de Afganistán, uno de los países más pobres del mundo, y la posterior a Iraq, utilizando el pretexto de que fabricaba una bomba atómica, algo que fue reconocido posteriormente como un invento.

PRETEXTO CRIMINAL

Así surgió la denominada “Guerra Global contra el Terrorismo”, presentada a la opinión pública como un “choque de civilizaciones”, entre los valores y las religiones, cuando en realidad se trataba de una guerra de conquista, guiada por objetivos estratégicos y económicos.

La amenaza terrorista local, como se propagandiza en  EE.UU. o Europa, es una fabricación promovida por los gobiernos occidentales y apoyada por los medios de comunicación, con el fin de crear una atmósfera de miedo e intimidación, que lleve a una anulación de las libertades civiles y favorezca la instalación de un estado policial.
A su vez, los arrestos, juicios y condenas de “terroristas islámicos” sirven para sustentar la legitimidad del Estado de Seguridad Interna de Estados Unidos y la creciente militarización de sus fuerzas de seguridad.

El objetivo final es inculcar en la mente de millones de estadounidenses que el enemigo es real y que la Administración de Estados Unidos protegerá la vida de sus ciudadanos, y ello se puede utilizar también -y se hace- en países como Francia, Reino Unido o Australia.

 La campaña “antiterrorista” contra el Estado islámico ha contribuido a la demonización de los musulmanes, que a ojos de la opinión pública occidental se asocian cada vez más con los yihadistas, sentando así las bases para un choque de religiones y civilizaciones.

Pero lo peor es que cualquiera que se atreva a cuestionar la validez de la “Guerra Global contra el Terrorismo” es calificado de terrorista y se ve sometido a las leyes antiterroristas.

DETRÁS DE LA FACHADA

Lo que no se dice que ese Estado Islámico al que el Imperio trata de culpar por el atentado terrorista en Moscú fue creado por la CIA, el MOSSAD israelí y el MI6 británico para destruir a Siria.

El profesor Michel Chossudovsky, economista canadiense y director del Centro de Investigación sobre la Globalización, en Montreal, ha recopilado verdades que los gobiernos occidentales no quieren que la población conozca acerca del Estado Islámico y Al-Qaeda, siguiendo el juego de Estados Unidos encaminado a crear un estado mundial policial.

O sea, les importa un bledo la destrucción de pueblos, culturas ancestrales y restos de antiguas civilizaciones, la barbarie en su máxima dimensión.

¿El “COCO”?

La leyenda mediática occidental siempre ha calificado a Al Qaeda -que significa La Pared- como el gran temor de Estados Unidos, siempre en relación con Osama bin Laden y los atentados del 2001.
Pero lo cierto es que Estados Unidos ha apoyado a Al Qaeda y a sus organizaciones afiliadas durante casi medio siglo, desde el apogeo de la guerra afgano-soviética.

La CIA creó campos de entrenamiento para Al Qaeda en Paquistán. En el período de diez años, desde 1982 hasta 1992, unos 35 000 yihadistas procedentes de 43 países islámicos fueron reclutados por la Agencia para luchar en la Jihad afgana contra la Unión Soviética.
Anuncios, pagados con fondos de la CIA, se colocaron en los periódicos y boletines de noticias de todo el mundo ofreciendo incentivos y motivación para unirse a la Jihad o Guerra Santa.

Desde la época de la Administración Reagan, Washington ha apoyado a la red terrorista islámica. Ronald Reagan calificó a esos terroristas como “luchadores por la libertad”, se reunió con los mujaidines afganos y suministró gran cantidad de armas a las brigadas islámicas.

Todo era para “una buena causa”: la lucha contra la Unión Soviética y el cambio de régimen, lo que llevó a la desaparición de un gobierno secular en Afganistán.

En fin, en lo que respecta a Bin Laden, fundador de Al Qaeda y hombre más odiado de Estados Unidos, fue reclutado por la CIA en 1979 al comienzo mismo de la guerra yihadista de Afganistán contra la Unión Soviética.

Por aquel entonces, Bin Laden tenía 22 años y fue entrenado en un campo de entrenamiento de guerrillas patrocinado por la CIA, que fue la autora de su posterior asesinato en territorio paquistaní, rompiendo un compromiso con Islamabad y para propaganda a favor del establishment gobernante, que ya lo consideraba un estorbo.

Tomado de Cuba Si

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