Europa: Refugiados sin refugio

Ante las inútiles “sepetecientas” veces que Naciones Unidas ha pedido a la Unión Europea que humanice su política hacia los refugiados, se llega a la conclusión que, para el grupo dirigente del Viejo Continente, como a sus socios de otras tierras, la vida humana no les interesa, principalmente cuando se trata de a quienes consideran seres inferiores.

Así, se sucede tragedia tras tragedia en el Mar Mediterráneo de embarcaciones sobrecargadas de quienes huyen de la guerra, el hambre y todo tipo de amenazas, pensando que van a encontrar refugio seguro en ese Viejo Continente que los desprecia.

Los naufragios se suceden uno tras otro, sin que se abunde sobre ello, y solo transcienden cuando se hace imposible ignorarlos, como uno de los más recientes en el Mar Jónico, donde perecieron 79 de las 400 personas de una embarcación que salió de Libia hacia Italia, aunque la organización no gubernamental Alarms Phone, que recibió el pedido de auxilio, refiere 750. La guardia griega aseguró que ninguno de los pasajeros de la embarcación llevaba chaleco salvavidas.

La ruta migratoria hacia Europa vía Grecia se intensificó en los últimos años. Uno de los factores que influye es la cercanía de islas como Lesbos con Turquía, país que atiende a millones de inmigrantes irregulares, en particular de países como Siria y Afganistán.

El director de la controvertida entidad Médicos Sin Fronteras (MSF) para América del Sur habla hispana, Andrés Weisz, denunció devoluciones forzadas al mar y desaparición de migrantes en la zona.

«ACNUR detalló el ingreso de personas, de las cuales 941 fueron señaladas como que llegaron a las costas de Lesbos, pero nunca aparecieron y no se sabe sus paraderos», señaló.
Weisz explicó que cuando los migrantes llegan a Lesbos y necesitan atención, los equipos médicos son alertados por la oficina de ACNUR (Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados).

Además de las desapariciones, los pacientes han denunciado que «personas encapuchadas y la propia guardia costera griega los obliga a volver al mar».

En Lesbos funcionan dos centros de migrantes. Uno es Megala Therma, establecido como lugar de cuarentena durante la pandemia del coronavirus.

«Las condiciones de vida allí son terribles. A veces, 14 personas se hacinan en una unidad con espacio para cinco», denuncia la ONG.

El otro centro es Mavrovouni, donde desde mayo no se alimenta a quienes ya fueron reconocidos como refugiados, ni a quienes se les negó ese estatus.

MSF llamó a las autoridades de Grecia y de la Unión Europea a terminar con las detenciones arbitrarias y garantizar la atención sin discriminación en los centros.

«Las personas con estatus de refugiado no reciben ningún medio de subsistencia para ser integradas, como conseguir un trabajo o una casa. Y estas personas piensan ¿para qué dejar el centro de acogida?, ¿para ir a vivir a la calle?», señaló.

VÍCTIMAS DEL IMPERIALISMO

Ahora desde Libia parte un gran número de personas que huyen de la guerra y de la devastación creada por los bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que logró todos sus objetivos bélicos –no los económicos-, además de asesinar al líder Muammar El Ghadaffi.

Libia era el país con la mejor economía de África y principal refugio de quienes huían de los países vecinos, que incluso hallaban vivienda y trabajo.

Pero el Imperio todo lo hizo trizas, y convirtió el país en el principal centro del éxodo de toda una región, solo superada por etapas por Afganistán y Siria, donde algunos comienzan a regresar.

Cierto es que el refugiado es el ejemplo de una situación de violencia, creada en los últimos tiempos por el afán hegemónico del imperialismo norteamericano, que hace realidad el axioma de que cuando las élites quieren algo, los pobres pagan el precio.

Abandonando sus países por la incapacidad del Estado de garantizar un mínimo de vialidad a la reproducción social e incluso la vida, el refugiado huye de un contexto que en casi la totalidad es resultado del orden de cosas que impone el capitalismo global, con sus guerras inducidas e invasiones, sus secuestros de los procesos políticos internos y sus saqueos sistemáticos.

El refugiado deja de ser responsabilidad del país de origen y no son considerados ciudadanos de los países donde arriban.

Confinados en campamentos que representan guetos, son acechados y víctimas de oportunistas que buscan aprovechar su precariedad para el provecho propio.

Por su condición étnica pueden ser considerados una amenaza latente y resultar chivos expiatorios ante fenómenos sociales.

En fin, son víctimas de la indiferencia, no tienen validez como seres humanos, irrelevantes ante cualquier discurso de la democracia, e inclusive, en algunos casos, se aprovechan para actividades mercenarias.

A las naciones capitalistas desarrolladas no les gusta que las culpen por los desplazados, y lo achacan a los países subdesarrollados, víctimas del quehacer genocida del colonialismo y neocolonialismo.

Tomado de Cuba Si

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Portal Cubasí

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