EDITORIAL: Es la voluntad de un pueblo

El gobierno cubano no pretendió que estas elecciones fueran asumidas como un referéndum, sino como lo que son: un ejercicio de democracia socialista. Fueron los adversarios de la Revolución los que equiparararon un supuesto abstencionismo generalizado como una muestra del rechazo en pleno a un sistema.

Las cifras preliminares de participación popular ya dejaron en ridículo a los que soñaron con la humillación de la institucionalidad cubana: la mayoría de los electores convocados, una contundente mayoría, acudió a las urnas. Y lo hicieron pese a la guerra de desgaste a la que está sometida la población cubana por el paquete de sanciones que se le impone a Cuba. Lo hicieron frente a campañas desestabilizadoras que tuvieron como epicentro las redes sociales. Votaron pese a falsas informaciones que condicionaban potenciales beneficios migratorios al ejercicio de un derecho ciudadano. Votaron conscientes de los inmensos desafíos que asume el país; pese a los rigores, las carencias, las luchas cotidianas. Votaron por la esperanza, por la estabilidad, por el mejoramiento, por la construcción de un futuro mejor.

Los que cuestionan la legitimidad de este proceso democrático no podrán ignorar que millones de cubanos acudieron a los colegios voluntariamente. Intentarán establecer la narrativa de que lo hicieron bajo presiones, amenazados por una maquinaria represiva. Saben que mienten. Ningún cubano ha sufrido jamás represalias por no votar, porque ese es un derecho, no una obligación. Y así lo refrenda la ley.

Tampoco se han hecho aquí idílicas promesas electorales. Los candidatos a diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, en sus encuentros con los electores, han escuchado disímiles planteamientos, que cubre un amplísimo espectro de problemas y aspiraciones. Y su único compromiso ha sido trabajar intensamente en la búsqueda de soluciones, partiendo de la premisa de que se trata de un empeño colectivo, consensuado. Y de que la ciudadanía cuenta con la posibilidad de evaluar esa gestión.

El nuevo parlamento cubano tiene por delante una tarea titánica, que no se podría asumir sin un amplio respaldo popular, sin la legitimidad que otorga la mayoritaria participación de la ciudadanía en el proceso electoral.

Es la voluntad de un pueblo la que se ha expresado. No es la victoria de un gobierno. Es la reafirmación de un camino, de un proyecto de sociedad en permanente perfeccionamiento, del concepto de Revolución.

Tomado de Cuba Si

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