La Habana, 25 jun (ACN) El venidero dos de julio concluyen las actividades docentes televisivas y justo es aplaudir y agradecer a todos aquellos que, con tan amplia programación, han ayudado a preservar la continuidad del curso escolar 2020-2021, a pesar del fuerte azote de la COVID-19 en gran parte del territorio cubano.
Ciertamente, la lista es enorme. Están, por ejemplo, los que prepararon las tele-clases, los que diseñaron la parrilla televisiva, los que han hecho posible cada trasmisión, como también están, por supuesto, quienes día tras día aparecen en pantalla, frente a las cámaras.
En varias ocasiones, los principales directivos del Ministerio de Educación -incluida la Doctora Ena Elsa Velázquez, titular de la cartera- han reconocido el quehacer de esos docentes, que no son pocos y para muchos de los cuales este ha sido su debut como tele-profesores.
Enfrentarse a lo desconocido constituye siempre un desafío, en este caso mucho mayor, puesto que la mayoría de las trasmisiones ha sido en vivo.
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Terminan las tele-clases, pero, como se ha dicho, esto para nada supone el fin de un año lectivo preservado contra viento y marea, ni habrá antes de las vacaciones de verano evaluación alguna allí donde, por la situación epidemiológica, fue necesario interrumpir las clases presenciales y emplear esa variante para continuar el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Con las tele-clases, el próximo viernes concluirá una etapa de trabajo, meses intensos durante los cuales, no solo ese amplio grupo de docentes, sino los educadores cubanos en general, se han crecido para estar a la altura de las circunstancias y acompañar y atender, aun a distancia, a sus discípulos.
Muchas han sido muchas las vías y para asegurar la continuidad de los servicios educacionales se han combinado diferentes modalidades de atención educativa y el trabajo comunitario a nivel de consejos populares.
Teniendo en cuenta la situación epidemiológica y el esquema de vacunación de la población diseñado por las autoridades sanitarias, septiembre debe atestiguar el retorno a las aulas y la reanudación del curso escolar de manera presencial, en esa mayoritaria porción de la geografía cubana duramente golpeada por la pandemia.
Comenzará entonces una segunda etapa -tan o incluso más ardua que ésta a punto ya de concluir-, para garantizar el cierre del año académico 2020-2021 y la preparación del siguiente.
Hasta el 22 de enero se extenderá, y cuanto se haga en esas 19 semanas reservadas para la reanudación presencial, desarrollo y conclusión de las actividades docentes, se sustentará en las adaptaciones curriculares diseñadas para este curso escolar.
Implementarlas será tarea de cada institución educativa, sus directivos y maestros, que han de modelar una organización escolar que responda a las necesidades de los alumnos al hacer los ajustes y dosificaciones y al definir los tiempos y acciones para profundizar, consolidar, sistematizar y hasta introducir contenidos nuevos, de modo tal que los objetivos sean vencidos y los muchachos logren salir airosos de esta prueba.
Por María Elena Álvarez Ponce | Foto: Rafael FERNÁNDEZ ROSELL | Tomado de ACN