Las manos que moldean a Martí

Hace más de dos décadas Yihad Awad Richy dejó su casa en la República Árabe Siria y se asentó en Cuba. Creativo y hábil para los negocios, al poco tiempo abrió en Villa Clara un pequeño taller para confeccionar elementos de hormigón y venderlos a quienes los necesitaban en la reparación de sus viviendas.

Piezas de escaleras, lozas de piso y balaustres son desde entonces comunes en el lugar. Sin embargo, desde hace años él y sus trabajadores encuentran otra manera de ser útiles.

Apenas basta llegar y enseguida aparecen las primeras señales. Casi en la entrada existe un pequeño sitial dedicado al Héroe Nacional; luego, el prototipo metálico de una estrella de más de un metro; un poco más allá, el molde que el pequeño grupo de obreros utiliza para reproducir cada dos días un busto de José Martí. Ellos, con sus manos callosas y ásperas por el cemento y la arena, son los hombres que moldean al Apóstol.

Cuando una idea toma forma

El molde para cada busto requiere constantes cuidados para que no pierda los detalles. Foto: Yunier Sifonte/Cubadebate.

Según cuenta Yihad Awad, la iniciativa comenzó hace más de tres años, cuando los propios trabajadores decidieron emprender un proyecto comunitario y ayudar a un barrio cercano a reparar el único busto que poseía. Para hombres adaptados a crear otro tipo de piezas, la iniciativa no resultó sencilla.

“La figura era de yeso y se encontraba muy dañada. La trajimos aquí y luego de mucho esfuerzo no solo la restauramos, sino que con ella sacamos el molde para hacer un nuevo busto a base de hormigón fundido, mucho más resistente a la lluvia, al sol y al paso del tiempo”.

Miguel Dávila Silverio estuvo ahí esos días y recuerda cada segundo. Rememora, por ejemplo, cómo debieron fundir la primera figura cuatro veces para que quedara lo más fiel posible a la realidad. Cuenta también cómo realizaron ese proceso a base de prueba y error hasta conseguir el modelo más perfecto. A su vez, explica cuánta dedicación requiere mantenerlo todavía.

Miguel Dávila Silverio es uno de los que habitualmente se encarga de los bustos. Foto: Yunier Sifonte/Cubadebate.

“Al ser un rostro humano, el molde necesita un cuidado constante para evitar que con tantas reproducciones pierda los detalles. No obstante, lo hemos conseguido y sentimos mucho orgullo cuando vemos que todos los días aparece una flor en el Martí que tenemos a la entrada de nuestro taller”.

La fundición demora poco tiempo. Un trabajador vierte la mezcla en un molde compuesto por cuatro partes que en su conjunto forman la imagen de Martí. La figura descansa con la base hacia arriba para que la gravedad lleve el hormigón a cada espacio y así forme mejor el contorno del bigote, los ojos o incluso la corbata. Cuando la pieza está seca, otro obrero corrige las imperfecciones de las junturas y finalmente pinta de blanco cada busto.

Diversas empresas, barrios y centros de educación, deportivos o de cultura de Santa Clara tienen ahora mismo algunas de las imágenes surgidas en el taller de Yihad Awad. Como parte del proyecto, los obreros las entregan al responsable político del lugar. Según dicen, para que cada pieza forme parte del patrimonio de la institución y se convierta en el centro de los homenajes al Apóstol.

“A Martí ni se le daña ni se vende”

Cada busto sale del taller listo para ser colocado. Foto: Yunier Sifonte/Cubadebate.

Desde que comenzaron a producir bustos de Martí, los obreros del Taller de Materiales de la Construcción El Sirio partieron de una premisa fundamental: es imposible ponerle precio al Héroe Nacional.

“Cuando en un momento pensamos en el costo de nuestro trabajo, enseguida nos dimos cuenta que el valor sentimental y político de Martí para la inmensa mayoría del pueblo cubano era muy superior al precio físico de cada pieza. Entonces procedimos a entregarlas como donación, para nosotros la única forma válida”, comenta Yihad Awad.

Un criterio similar lo comparte Yoel de la Torre Sarduy, otro de los obreros familiarizados con la producción de las figuras. Para él, cada entrega no solo significa donar un elemento decorativo para plazas o útil para recordar fechas señaladas, sino también implica contribuir a mantener vivas unas ideas esenciales para los destinos del país.

La imagen de Martí es sagrada para los cubanos. Foto: Yunier Sifonte/Cubadebate.

“Martí no es un juego. Desde niño uno ve en las escuelas los bustos, lee sus libros, escucha sobre él, y tener la oportunidad de contribuir con nuestra ayuda a cuidar eso nos enorgullece a todos. Martí forma parte de la sensibilidad de este pueblo y cuidarlo está incluso por encima de cuestiones políticas. Al Apóstol ni se le daña ni se vende”.

Esa es una de las premisas de estos hombres, pero no parece la única. Sus constantes aportes a la comunidad representan un buen ejemplo de cómo un negocio privado también puede participar en la construcción de un país mejor y contribuir al bienestar social.

Martianos hasta la médula, enseñan que es el trabajo, la solidaridad y la modestia las únicas maneras de consolidar cualquier obra. Quizás por eso un visitante se asombre de tanto buen quehacer rodeado de absoluta humildad. Tal vez por esa labor en silencio cobra más sentido la frase que recibe y despide a cada cliente a solo unos pasos de la entrada, en el sitial martiano que decidieron regalarle al barrio: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.

En video, las manos que moldean al Apóstol


Tomado de Cubadebate
Por:
Yunier Javier Sifonte Díaz

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Cubadebate

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